lunes, 9 de marzo de 2015

La sana práctica de hacer prácticas


Contacto inicial

Ya he completado la primera ronda de contactos con las empresas. La impresión no puede ser mejor. Creo que todos estáis ante una gran oportunidad que tenéis que aprovechar al máximo. También en las empresas están muy contentos, pero no os confiéis, ahora el objetivo es tratar de mejorar día a día.


La sana práctica de hacer prácticas

Arturo de las Heras, desde el Centro de Estudios Financieros, ha compartido esta interesante reflexión sobre las prácticas curriculares:


El mes de marzo, además de inaugurar el segundo semestre del curso académico, supone para muchos estudiantes de Universidades y Escuelas de Negocios el pistoletazo de salida a una parte de su formación casi tan importante como la puramente académica. Me estoy refiriendo a la búsqueda de Prácticas Profesionales.
Alguna voces claman, y a veces con razón, contra las prácticas profesionales por ser caldo de cultivo para los “abusos” de ciertas empresas, que encuentran en ellas una solución low cost a sus necesidades de contratación. Y aunque siempre se pueden producir este tipo de situaciones, lo cierto es que no son, afortunadamente, la tónica general, y además vulneran el verdadero espíritu y razón de ser de esta figura. (Aparte de ser ilegales y perseguibles por la Autoridad Laboral).
En efecto, la experiencia laboral es hoy un factor determinante en cualquier plan de estudios superiores y, de hecho, forma parte integrante de la mayoría de los programas oficiales de Grado y Máster. Una experiencia que permite al alumno contrastar en primera persona las enseñanzas adquiridas en las clases, unos conocimientos que, al ser testados en situaciones reales, adquieren otra dimensión y son asimilados de una manera integral por el estudiante. Las prácticas, son además, un banco de pruebas para desplegar habilidades y competencias, esa faceta menos visible del aprendizaje, pero que hoy, con la vertiginosa actualización de conocimientos que impregna cualquier especialidad, es la verdadera clave del éxito de toda formación.
Pero, sobre todo, las prácticas profesionales suponen una vía de acceso al mundo del trabajo, una cuestión nada desdeñable dada la actual situación del empleo en España. Un lugar en el que comenzar a adquirir esa experiencia que más tarde nos exigirán las otras empresas a las que acudamos a pedir trabajo en el futuro. También es un espacio propicio para “ver y ser visto”, un entorno en el que comenzar a labrarnos esa marca personal y esa red de contactos profesionales que tan determinantes son en el mercado laboral.
Cualquier práctica profesional debe sustentarse en una relación “win-win” entre sus participantes. Ganan las empresa porque resuelven una necesidad laboral en condiciones económicas ventajosas, al tiempo que entran en contacto con nuevos talentos que pueden llegar a incorporarse a la organización en el futuro; ganan los estudiantes, porque aprenden y entran en contacto con el entorno profesional; por último, las instituciones académicas, que obtienen un valioso feedback de esos periplos de sus estudiantes en sus empresas destino, una información que les sirve para corregir rumbos académicos o terminar de adaptar sus programas a la verdadera realidad de la empresa, una de las viejas aspiraciones de Universidades y Escuelas de Negocios.
A cambio, a los implicados se les exige compromiso. A las Escuelas y Universidades, el de ayudar a sus estudiantes a buscar practicas de calidad en empresas de probada reputación y trayectoria; a las empresas, el de acompañar y formar a sus becarios durante las prácticas; y a los becarios, el de trabajar con ilusión y esforzarse al máximo por aprovechar la oportunidad que se les brinda.
Becario, sí, porque no tiene nada de malo serlo y conviene reivindicar la palabra. Al contrario, el trabajo en prácticas es una de las fases de la carrera profesional más importantes de cualquier persona, ya que supone el arranque de la misma y en muchos casos va a marcar su futura evolución. Todos hemos pasado por ahí, y no conozco a nadie que no haya extraído valiosas enseñanzas (unas buenas y otras no tanto, pero valiosas siempre) de ese periodo. Además de aprendizaje y contactos, unas prácticas nos permiten, en muchos casos, cribar, filtrar y separar el trigo de la paja, lo que nos gusta, de aquello que no. Nos van a servir para conocernos mejor a nosotros mismos y averiguar por dónde queremos o no queremos continuar desarrollando nuestra carrera en el futuro.
Mónica Cortiñas Profesora en UPNA

Comercialización e Investigación de Mercados

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